Durante todo el embarazo fui apuntado un montón de pensamientos, sensaciones, ideas, en un borrador y a partir de él revivo con una sonrisa un montón de cosas que poco a poco voy a ir sacando a la luz. La más extensa, la que lleva una carga más grande, quizá sea el repaso por todos los meses de gestación. Quiero compartir con vosotros algunas de esas cosas, intentando dar pinceladas generales y aclarando también que mi embarazo fue muy bueno, no tuve molestias como las nauseas ni cosas parecidas. Los tiempos verbales estarán escritos en presente porque transcribo más o menos como lo dejé plasmado en su día, no he visto muy lógico cambiar todo ha pasado.
¿Me acompañáis por las 40 semanas?
Que complicado es ir explicando todo ese amor que crece dentro, es tan intenso que a veces casi da miedo, aunque he ido aprendiendo a confiar en el instinto y se que siguiéndolo las cosas tienen que funcionar. Ese amor grande que te hace pensar las 24 horas del día en alguien que nunca has visto pero que sientes tan cerca desde que simplemente era un pensamiento. Metida de lleno en la semana 30 me apetece mirar atrás e ir compartiendo sensaciones y pensamientos desde que comenzó esta aventura de ser padres.
Me han cambiado un chip, o dos, o tres… o media docena. Me paso el día pensando en comer y dormir entre tocamientos de panza y conversaciones con el pequeño. Con carcajadas descontroladas y lágrimas de cocodrilo en cuestión de segundos, siempre he sido un poco llorona con algunas películas pero ¿con casi todo? La revolución de las hormonas está más que demostrada, ahí, con la bandera en alto como William Wallace en Braveheart “puede que nos quiten la vida pero jamás nos quitarán ¡la libertad!”, con faldas de cuadros escoceses, y todo, me las imagino saltando por el campo.
Me he vuelto más pasota, familiar, paciente, egoísta y tiquismiquis en varios aspectos. Pasota porque me tomo las cosas con mucha más tranquilidad, si ya de por si llevo unos cuantos años intentando dar la importancia a las cosas que la tienen e intentando no preocuparme por las que son más secundarias ahora lo he notado más. Me cuadriculo en mi mundo, con lo que tengo en mente hacer y desconecto a menudo. Familiar, siento una necesidad descomunal de estar con la gente a la que quiero, les miro con otros ojos, con otra ternura, quizá por todo este amor que me está naciendo dentro y aun no se controlar, pero necesito que de alguna forma sepan que les quiero. Hasta Tigre lo nota con constantes achuchones, mimos, caricias, que recibe de buen grado sentándose en mi pie y buscándolos si no se los he dado.
Egoísta, porque mi ombligo es el centro del universo, pero eso lo trataré en otro momento. Jamás pensé que la paciencia me crecería, ni eso ni el control de los cabreos que a veces son por tonterías. Empatizo bastante más, o lo intento, busco el lado bueno de las cosas y lo repito cuanto haga falta. Hasta creo que intento contagiar esa paciencia que voy creando a gente de mi alrededor que muchas veces la pierde. Tiquismiquis por la cantidad de neuras, manías, que me atacan con el paso de los días esperando que todo esté listo, preparado, para cuando nazca. Ese dichoso síndrome del nido que te hace buscar la perfección, que no existe.
El primer mes
¡Qué montón de sensaciones raras que no reconozco! Ratos en los que tengo frío, otros en los que muero de calor. Hablando de calor, los días que sube la temperatura de 30º estoy como un trapo, cansadísima, imagino que es cosa de la tensión que dicen por ahí y que baja hasta el suelo.
Siempre me ha gustado dormir pero eso de tener sueño hasta el infinito… desde la una de la tarde la cadena de bostezos es continua. Me podría dormir en cualquier parte, así que empiezan las siestas antes de comer para poder con la jornada laboral.
La congestión nasal que me acompaña (y durará todo el embarazo) es algo a lo que no estaba acostumbrada. Sinusitis gestacional lo llaman, desde ese momento entiendo perfectamente a la gente que sufre alergias porque todo cuesta mucho más cuando no entra todo el aire que debería en los pulmones.
Los despertares nocturnos, posiblemente fruto de mi paranoia, porque sientes cosas. Si, yo siento cosas desde casi el principio, me imagino cosas, una pequeña lenteja ahí dentro campando a sus anchas. Pero una de las sensaciones más peculiares desde el primer momento fueron esos pinchazos en el bajo viente, como si te fuera a bajar la regla de vez en cuando. Como estar empachada, como si tuvieras algo que llega casi hasta la garganta.
Normalmente dicen que notas que los pechos aumentan hacia el final porque está cerca la subida de la leche. En mi caso desde el principio noté la zona más hinchada y dolorida. Tuve que renovar sujetadores antes del tercer trimestre porque era incomodísimo mantener la talla habitual, y es la talla que usé hasta incluso después de dar a luz.
¿Hola? estreñimiento y gases, aunque algunas frutas ayudan mucho. Un monumento a las ciruelas de temporada. Los suplementos de hierro que te mandan tomar cuando pasan algunos meses dificultan bastante la tarea y yo, que siempre había sido como un reloj empiezo a fallar y de que manera. Quizá todo esto os parezca un tanto escatológico pero ¿acaso no debemos mostrar una maternidad real? pues con el embarazo y la vida en general también.
La emoción de la primera visita a la matrona para que pida analítica de sangre, de orina y nos dan la fecha para la primera ecografía, ¡qué nervios esperar! A la vez algo de miedo por pasar los tres meses primeros en que se supone que hay más riesgo de todas las cosas. Me comenta que si el estómago se me revuelve intente hacer comidas pequeñas, hasta seis sin problemas, que lo importante es ir comiendo un poco de todo.
El segundo mes
La pesadez de estómago es continua, imagino que al tenerse que ir moviendo los órganos ya todo se está preparando para ello. Sigue ese sueño infinito y el cansancio, aunque por lo demás me siento muy bien, ilusionada, feliz.
Cuando la vida de otro ser depende prácticamente de lo que hagas, de los hábitos que tomes, de lo que comas, de lo que descanses… hay algo en tu cabeza que hace “click” y no puedes dejar de sentir cada pinchazo, cada cambio, cada emoción, con una sonrisa de tonta. En los últimos meses he leído más sobre maternidad que en toda mi vida, llena de dudas, de miedos, de mucha esperanza y con complicidad, esa que mantienes con tu pareja y hace que cada segundo sea perfecto. No hace falta tener una vida Pinterest para que las cosas sean bonitas.
Si hay algo que lo cambia todo es “el super olfato“. Desear tener un saco de ambientadores de pino para irlos metiendo en la boca de alguna gente, en las axilas de otros o hasta del cuello. Empezar a plantearte comprar una mascarilla para cuando abres la nevera y ese olor, que en realidad nadie más nota, te tira para atrás. Siempre fui una niña de oler todo antes de comer y detalles del estilo, le he dado mucha importancia al olor de las cosas para decir si me gustaban o no, y ahora se ha multiplicado por mil esa manía. Algunas colonias he tenido que desterrarlas porque si eran algo “secas” me ponían el estómago de patas.
Pero a la vez me sorprende eso de apreciar aromas desde bastante lejos cuando diría que respiro a una cuarta parte de mi capacidad, tengo un atasque de narices, nunca mejor dicho, desde el comienzo. Subir cuestas, escaleras, caminar bastante rato me agota por esa cuestión, parezco una anciana de ochenta años haciendo paradas. Que curioso es el cuerpo humano, que curiosas son las hormonas y como hacen que cosas contrarias se unan para sorprendernos. Meto una pequeña nota porque si el olfato no fue tan fino durante todo el embarazo (la manía de la nevera se pasó unos meses después para mi alivio), el cansancio y el atasque nasal estuvieron presentes hasta el día del parto.
Golosa empedernida donde las alla, adoradora del cocholate negro y que ahora prefiera lo salado, las bolsas de patatas y guarrerías… ¿será una señal del destino? Espero la reconciliación con el fruto del cacao en el futuro, aunque sea puro y en polvo.
El tercer mes
El truco de dormir mínimo nueve horas para no pasarte el día pingando la baba y dando cabezadas por las esquinas. Pero al rozar casi el tercer mes me cambia el chip, tengo que ser consciente de que si intento dormir antes de hacer la digestión daré más vueltas que nadie, así que cada noche veo alguna serie, algún programa de televisión y confieso que hasta algún trozo de Gran Hermano en ratos de desesperación, lo que confirma porque jamás veo ese tipo de programas, me crispa los nervios ver tanta gentuza junta con poca educación.
Me ahoga más este secreto que llevamos a cuestas que los problemillas de nariz. Tengo tantas ganas de que llegue la visita para poder compartir con más tranquilidad la noticia con las personas que me quieren… Me emparanoio a menudo, para bien, me he prohibido leer y pensar cosas malas, aunque se que vendrán miedos porque es algo natural. Me sorprendo sonriendo sin motivo al imaginar como serás y curiosamente no te pongo sexo, simplemente eres parte nuestra y lo que sea será bien recibido. ¿Cómo se puede querer tanto a alguien a quien todavía ni notas? aunque si visto, tan pequeño como un granito de arroz… El próximo visionado será emocionante.
¿Qué se apodera de mí que la parte carnívora que siempre ha predominado a veces duerme? Me sorprendo metiéndome a cocinillas con todo el gusto del mundo cuando para mi era algo que hacía simplemente por necesidad. Investigo recetas nuevas para incluir más verdura y pescado en la dieta, y lo más sorprendente es que casi todo eso lo como por gusto. Esa adicción por el chocolate ha mutado a lo salado, o a lo integral, frutos secos, encurtidos… pero lo cierto es que el fruto del cacao no me llama tanto la atención como antes y puedo pasar sin comerlo perfectamente. ¿Qué tienen las hormonas qué nos condicionan tanto? Me sorprende como el cuerpo puede ser tan sabio y conseguir que nuestros gustos cambien para cubrir las necesidades de la vida que está por llegar. Me sorprende y a la vez me chifla, me encanta…
Ilusión y miedo a partes iguales por verlo, escuchar su corazón, saber que está bien y que seguirá creciendo a la vez que lo hace mi tripa. Esa que no dejo de sobetear a todas horas porque al colocar las manos sobre ella obtengo una paz, una calma, que rara vez había logrado.
Creo que nunca olvidaremos la ecografía del primer trimestre, ese corazón que late apresurado, emociona y desata mi risa nerviosa, feliz, mientras miro los ojos de mi pareja que comparten ilusión y emoción a partes iguales. Sus manos, sus pies… era cosa del destino que saludara. Tengo más miedo del que he tenido en toda la vida, pero la ilusión es tan grande, tan fuerte, que hace que todo lo vea con una sonrisa. El miedo a lo desconocido está ahí, el miedo a saber si seremos unos buenos padres.
A veces cambia la cara con la que te mira el mundo cuando sabe que estás esperando un bebé. Sorprendo a familiares, amigos y conocidos mirando con media sonrisa, en silencio, de esas sonrisas contagiosas que no puedes menos que devolver y con brillo en los ojos. Me agrada, mucho, lo confieso, creo que es lo que más me está gustando y me pregunto porqué no nos podemos mirar todos así constantemente, es una inyección de autoestima constante y recíproca. Ojalá desde pequeños nos enseñaran a contagiar al mundo positivismo con el brillo en los ojos y un silencio, creo que todo iría mucho mejor.
Después de tantos años llegó el momento insospechado de la reconciliación con la miel, ese quiero y no puedo que siempre había estado ahí porque el sabor me daba un asco tremendo es mi aliado contra la tos compulsiva y los mocos de “entretiempo”.
Superada la semana 14
Entrar en el segundo trimestre hace que respires, aunque el miedo nunca desaparece del todo es tan pequeño… sigo ensayando eso de positivizar y funciona. Creo que jamás he tenido temporadas tan largas de buen humor, me sigue sorprendiendo que la gente me vea más guapa, uno de los tópicos de las embarazadas, quien sabe si será verdad, o quizá sea que irradiamos esa luz fruto de la ilusión que llevamos dentro en forma de “mini-nosotros”.
Si hablamos de manías ha surgido una energía desmesurada que me ha hecho vaciar los armarios, reordenar y sacar mucho espacio libre donde estaba toda la marabunta de mi ropa, ahora en una cantidad casi inapreciable, todo ello sin leer a Marie Kondo. Me sorprende lo rápido que mi mente quiere ir y preparar cosas cuando aun faltan tantas semanas por delante, pero cuando hago lo que planeo descanso (y así la mente se ocupa de pensar en lo siguiente).
Me asusta ver la cantidad de ingredientes y componentes dañinos que tienen muchas cosas de bebés típicas, como los jabones, las cremas, las toallitas y los pañales, a veces pienso que es casi un mundo empaparse de lo que sería más saludable sin llegar a rozar la paranoia, porque si, si le doy demasiadas vueltas al asunto me vuelvo una paranóica y se que la mayoría de mi entorno me miraría con cara rara porque oye, hay cosas que se han utilizado toda la vida… Así me informé y terminé escribiendo la entrada sobre el phenoxyethanol y la madre que lo parió.
Molestias casi nulas, algún pinchazo o especie de tirón puntual en el bajo vientre, sigue el sueño desmesurado y al final del día tengo las piernas cargadísimas, como si me pesaran tres toneladas. Sigue la sinusitis, al final la extrañaré el día que se vaya… (mentira, no la estoy extrañando nada más de un año después). Me sigo sobando la tripa lo que quiero y un poco más, también me gusta que los familiares y amigos lo hagan, aun no se si el pequeño notará lo que hay aquí afuera pero me gusta pensar que si y que le llegan todos esos mimos. ¡No sabes todo el cariño que te espera!
Me siento la reina de la fiesta, la consentida. Me estoy volviendo adicta al queso, lo comería a todas horas, igual que los frutos secos, las manzanas asadas y todo lo que lleve machacado de ajo y perejil, sin olvidar las aceitunas y los pepinillos.
Semana 15
Aun quedan muchos meses por delante y ya estoy más que cansada de escuchar consejos que no pido, comentarios sobre crianza como si fueran la verdad absoluta. También tengo el lado opuesto, personas a las que he pedido opinión y me han contado su experiencia, por si me sirve, pero mostrando el respeto de que yo misma encontraré la forma de hacer bien las cosas. Porque en realidad creo que la mayoría nos guiamos un poquito por el instinto pero ¿y esta guerra de qué manera de cuidar o educar es mejor?
Creo que ningunos padres en su sano juicio harían algo perjudicial para sus hijos, si tomas una decisión es porque piensas que es la correcta, la que hará que tu hijo crezca más sano y más feliz. Por eso me cuesta, por eso me muerdo la lengua para no dar pie tampoco a discusiones, frente a esos consejos que nadie pide… “Lo mejor es tal”, vale, pero esa es tu opinión ¿no? No creo que hayas realizado ningún estudio científico que avale ese “lo mejor”, entiende que quizá lo mejor para ti no es lo mejor para mi, y que ese “lo mejor” sería mucho más correcto si simplemente contaras tu experiencia, o el “a mi me fue bien hacer tal”. Incluso os dejé una recopilación de frases indeseables que te toca escuchar cuando estás embarazada.
Tocaba visita de rigor a la matrona, me pesa, toma la tensión, hace unas cuantas preguntas de rigor y ¡escuchamos el latido! eso es música celestial, eso podría ser la banda sonora del resto de mi vida (hice una grabación de audio que conservo con mucho recelo y escucho cuando me entra la nostalgia). La paz de sentir que está ahí, que todo va bien, palpar ese bultito en la panza que sigue creciendo.
Semanas 17 y 18
Totalmente en mi mundo, como en una nube con esta pancita que va creciendo poco a poco. Empiezo a sentir una especie de burbujas, de pequeñas pompas dentro de la barriga y tengo la duda existencial de si serás eso que se mueve o serán simplemente mis tripas. Cada cual lo explica a su manera, el aleteo de una mariposa, una culebrilla, una ranita… y muero de ganas porque avance alguna semana más para que este pequeño sea un poco más grande y saber distinguir cuando es él y cuando no.
Me emociono irremediablemente frente a regalos que no esperaba, prendas llenas de cariño para cuando nazca o cuando ya tenga algunos meses. No es el regalo en si, es la muestra de afecto.
Semanas 19 y 20
Empezar a notar pequeños toquecitos, más constantes que las burbujas iniciales y con cada uno de ellos llevar la mano a la zona y sonreír. La vida es maravillosa.
Esta semana está siendo impresionante respecto a dormir y el sueño, puedo estar tranquilamente diez horas descansando con un parón para ir al baño e incluso sería capaz de dormir otras cuantas más si no tuviera que levantarme… Me ha picado la mosca del sueño, es definitivo, y entre despertar y despertar, entre me siento, me levanto, empiezo a notar más a menudo esos toquecitos, esas mariposas en el estómago que me hacen empezar cada día con una sonrisa por muy gris y feo que sea (aunque la niebla nos coma semanas enteras). La lucha contra los virus está siendo encarnizada estos días, no va más allá de la congestión de nariz, algo de tos y un cansancio descomunal al final de la jornada, pero no tengo pensado ceder y que llegue la fiebre o algo así; en este momento me salvan la vida las biosales, la leche con miel y las mandarinas. Porque me declaro mandarina-adicta, aunque también me da fuerte por las granadas y otras verduritas.
Verduras a la plancha, menestra, ensaladas, frutas… hacen más acto de presencia simplemente porque si, imagino que el cuerpo es sabio y busca nutrientes que antes no te llamaban tanto la atención (me repito con algunos comentarios pero así es como lo plasmé y así es como os lo dejo leer).
Me cabrea bastante que ahora mismo la representación del embarazo vaya de la mano de figuras como Pilar Rubio, que no tengo nada en contra de ella, pero habiendo visto su cantada espectacular en El hormiguero utilizando una mochila para portear y colgar al niño del pomo de la puerta…como que esa señora no me da confianza ninguna y no me siento identificada. Y digo esto porque son muchos los artículos referentes a como cuidarse, que comer, que “lo que sea” en los que aparece ella u otras personas similares, con lo bonito que sería tirar de fotos de archivo gratuitas de personas anónimas… porque me da más ternura ver una pancita con una sonrisa feliz que una embarazada con tacones kilométicos y un vestido de gala, no se, no lo veo práctico. O quizá es que yo sea la rara y aunque me arregle busque la comodidad porque mis necesidades van cambiando con el paso de los días y los meses.
Cada vez más movimientos casi acompasados, cuatro, cinco toques que hacen que se me mueva un poco la barriga. Tras el primero siempre los siguientes al poco tiempo, poner las manos del papi sobre la zona y ver su cara al sentirlo por primera vez, esos momentos que se te quedan grabados en la retina y sabes que jamás olvidarás. Creamos magia, emoción y según pasa el tiempo está más a flor de piel.
Semanas 21 y 22
Nuevamente visita a la matrona, he ganado cuatro kilos y medio desde el comienzo del embarazo, me comenta que eso está dentro de lo normal pero que tenga cuidado de cara a navidades para no excederme con el azúcar.
Ritmo cardíaco del bebé perfecto, me permite incluso grabar un fragmento que recordaré el resto de mi vida. Nuevas citas para enero, febrero, más pruebas y si, por fin ya se vacuna en mi Comunidad Autónoma de la tosferina, aunque no será hasta finales de enero que me la pongan me asegura que hay dosis suficientes, con eso ya respiro más tranquila, es un tema que me tenía algo emparanoiada desde hace unos meses.
Noto más a menudo los movimientos y sigo sonriendo. La ecografía más detallada fue espectacular, una hora en que papá estuvo viendo con todo lujo de detalles cada músculo, cada hueso, unas cuantas venas o artérias, mientras el ginecólogo se aseguraba de que todo estuviera correcto. Yo nada más pude disfrutar de unos minutos pero creo que no se me olvidarán en la vida. Tuvimos muy claro que con esta eco no necesitábamos gastarnos el dinero en una en color, sabiendo que todo estaba bien pensamos en invertir ese dinero en otras cosas.
Y aquí, con la seguridad y la calma de haber mediado el embarazo y el visto bueno de los médicos fue cuando me animé a compartir nuestra alegría en redes sociales y en una entrada en el blog, una nueva vida.
Semanas 23 a 26
Una Navidad diferente, estar embarazada lo cambia todo porque sabes que serán las últimas antes de que las cosas cambien, que el año que viene seremos uno más y eso se nota en la cara de felicidad de la gente con la que compartes estos días, todo lleno de buenos deseos y de algunos regalos especiales.
Leí mucho sobre la alimentación de una embarazada en Navidad y la gente parecía hacer un drama de ello, todo un mundo que a mi no me costó nada sobre llevar. Limité muchísimo el consumo de dulces (turrones, bombones, postres ricos) aunque no me privé de ello y uno o dos los días más señalados caían. Comí de casi todo porque me trataron como una reina y bien se cuidaban de hacer un menú correcto e incluirlo para todos. Tras esos días he tenido la prueba del azúcar, me decían que el líquido sabía a rayos, que te revolvía el estómago y mil cosas más, a mi no me hizo ni sensación más allá de la hora de espera. Unos días después me confirmaron que estaba todo correcto y creo que casi daba saltos de alegría, tener diabetes gestacional me daba algo de miedo.
Al llegar a la semana 25 el ombligo ya está para afuera, se ve que alguien ahí dentro necesita hacer un poco de presión.
Semana 27
Nuevamente una revisión y una ecografía que no esperábamos. La magia de ver como mueve los labios en la pantalla y las manitas. Sentir como se te pone un bulto cerca de la ingle que te hace la puñeta, que te cuesta respirar si sube contra los pulmones o que te sigue sacando mil sonrisas con sus pequeños y grandes toquecitos.
El catarro, eso de no poder tomar nada es un mundo. Me hago aliada del agua con sal para poder respirar, dicen que una vez pillas catarro en el embarazo no se va, yo sigo pensando que es una falsa creencia por el tema de la sinusitis. Si no tenía bastante con ella desde el comienzo sigo con esta congestión que desencadena en algún que otro momento en tos, a veces tos compulsiva que te hace doblarte o enroscarte para toser con fuerza sin que un tirón te punce en las costillas. Dicho así suena mal, fatal, parece que estoy sufriendo un drama pero no es así. Lo sigo llevando muy bien, muy contenta, cada vez más ansiosa por verle cara a cara, frente a frente, por sostenerlo en brazos y darle todo el cariño que se me va acumulando.
Llorar, de emoción, de pena, de risa, de alegría… He visto la película más triste del mundo, o eso me pareció porque no podía parar de llorar y terminé con una calentura cerca de la nariz que semanas después, gracias al catarro, sigue estando algo presente. A la vez también puedo reír, con unas carcajadas que jamás había tenido, risa incontrolable y contagiosa para los que están a mi alrededor. Reír y llorar en la misma película, en cuestión de minutos, es posible cuando eres una hormona con patas.
Superada la semana 30
Creo que me podría acostumbrar el resto de la vida a notar esos movimientos dentro al despertar, después de comer y hasta cuando voy caminando por la calle. Siguiente revisión de la matrona, su latido acelerado de nuevo como mejor banda sonora y en unos días la última ecografía.
Semanas 31 a 40
La última ecografía ha sido fascinante, ¡qué poco queda ya para verte!. Saber que ya pesas 1.673 gr, que estás en lo correcto, que todo va bien… ver en la pantalla ese cuerpecito cada vez más relleno, en el que he distinguido hasta los mofletes, con una mano en la boca y la otra agarrándose un pie.
Empezadas las clases de preparación al parto, respiración y ejercicios. Somos pocas pero hemos congeniado bien, hasta hemos creado un grupo de whatsapp que sigue vivo y en el que compartimos muchos pensamientos de madre, cada una con nuestras ideas. Las clases me sirvieron para mantener más calma, para estar totalmente concentrada en el parto con el tema de la respiración, y si, a mi si me sirvió porque pensaba en todo momento que al respirar correctamente le llegaba el aire bien al niño y si me ponía histérica de poco serviría, al contrario, iba a transmitir ese estado emocional al bebé.
He seguido trabajando hasta el 20 de abril, ese día comprendí que terminaba cada jornada molida. Como anécdota rápida deciros que mi médico de cabecera (la que me llevó durante el embarazo fue otra persona encantadora que destinaron a otro pueblo) se quería negar a darme la baja porque ya me quedaba poco para dar a luz, insinuó que la tenía que haber pedido antes y nos tocó discutir con él. Me parece increíble que un “profesional” (lo entre comillo porque de eso tiene poco) inste a la gente a bajas largas y no las reales… como es lógico nos cambiamos de médico de cabecera.
Los últimos días me centré en descansar, el cuerpo me pedía dormir, y a pasear con Tigre y con papá.
Semana 40+4
En redes sociales varias personas me pidieron que hablara de como fue el parto pero no lo haré, sigo pensando que es algo demasiado personal y para lo que no estoy preparada, digamos que se que hay partos peores pero el tema de la dilatación se hace un mundo, más aun cuando te la juegan con la maniobra de Hamilton y en el parto te cuelan la maniobra de Kristeller. Podría ser irónica y decir que me encanta la información que dan y el permiso que piden muchas veces… Pero mejor pensemos en cosas bonitas, como lo es mi pequeño cachorrón.
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Espero que os haya gustado y si os animáis a compartir vuestra experiencia en los comentarios me encantará leeros.